Quisiera abundar sobre un comentario recibido en estos días. Transcribo directamente lo escrito por un visitante anónimo:
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MEXICO NO TE VENDAS.
En mayo del 2009 unos amigos y yo intentamos ir al cañon de Gpe., pero para nuestra sorpresa estaba absolutamente reservado para pura persona de USA, que desepción que ni nuestros propios sitios podamos conocer por que a alquien se le antoja no aceptar nuestro dinero, o no tener la consideración de no reservar el 100% del lugar a extranjeros, por cierto que me sorprendio que el lugar tuviera un dueño y no estuviese protegiod por el gobierno
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Durante nuestros recorridos por la Baja nos hemos encontrado con muchos viajantes, sobre todo extranjeros. Cuanto más exclusivo, escondido e inaccesible era el sitio menos mexicanos encontramos, pero la incidencia de extranjeros seguía siendo la misma. Alemanes, belgas, japoneses, franceses, italianos, españoles, ingleses... Y cuando comentamos con los operadores de los distintos servicios de atención al turismo, al parecer los turistas consentidos, o al menos los preferidos, suelen ser los europeos y en segundo lugar los norteamericanos seguidos por los japoneses y, al final, los compatriotas mexicanos.
Recogimos también algunos comentarios, generalizaciones que no suelen hacerse abiertamente sino en mayor confianza, durante una plática con una cerveza. Como los de aquel operador de buceo que nos decía que procuraba mantener a los japoneses alejados de los sitios con corales, porque no demostraban ningún respeto y solían apoyarse en ellos con codos y rodillas para tomar una foto; o aquel guía de pinturas rupestres que dice preferir la temporada vacacional de extranjeros porque los locales lo hacen trabajar mucho y no dejan propinas.
No tenemos que estar a favor o en contra de esto que es, simple y llanamente, la triste realidad. Vergonzosamente nosotros tenemos una pobre cultura del respeto. Para probarlo, ahí esta la laguna de Hanson, por divertirse súbanse a una roca y no faltará basura en donde menos la esperen, un galón de plástico amontonado en la hendidura de una piedra, una lata de aluminio aplastada en cualquier hueco o un pañal ensartado en el tronco de un pino.
Tenemos el gran placer de escribir para algunos medios locales. Hace pocos años publicamos un artículo sobre el Salto de Santa Rosa en el periódico "El Vigía". No incluímos coordenadas ni instrucciones para llegar. De todas formas para los interesados no fué difícil dar con la ubicación correcta. Atraídos por las fotografías y la descripción del sitio comenzaron a llegar con el periódico en la mano preguntando a los responsables de la entrada " ¿aquí es este cañon?,¿lo que dice en el periódico es sobre este lugar?". Pocas semanas después nuestras sesiones de rappel, usualmente alegres, se convirtieron en recolecciones de basura en los sitios mas recónditos del cañón. Las personas lanzaron hacia abajo todo tipo de cosas, sólo para ver cómo caían. En una ocasión incluso lanzaron piedras del tamaño de una sandía mientras nosotros estábamos abajo hasta que oyeron mis improperios. Luego se fueron entre risitas estúpidas.
Mientras duró la novedad los grupos de campistas se encargaron de alterar el paisaje del Cañón de Santa Rosa derribando, incluso, algunos árboles secos que tuvieron la mala suerte de ser notoriamente bellos; marcaron rocas con pintura o, en el mas económico de los casos, con gis o carbón; grabaron iniciales en los árboles, abandonaron toda clase de deshechos, defecaron en los senderos y dejaron expuesto el papel sanitario sucio. Nosotros que somos enemigos de usar anclas para escalar y que insistimos en no perforar la roca para mantener el sitio intacto tuvimos que contemplar con una profunda decepción lo que habíamos causado con nuestra ingenuidad.
¿El gobierno debería cuidar estos lugares?, ¿cuidarlos de quién, de nosotros?. ¿Los propietarios deberían reservar ocupación para nosotros los mexicanos quienes en nuestra mayoría ensuciamos, pintamos, contaminamos, ambientamos a todo volumen con música de banda norteña como si el silencio oliera mal, nos portamos como los dueños del sitio y además ni siquiera dejamos una propina?
¿Por qué estoy comentando esto?, ¿es que soy un amargado pesimista, naturalista enajenado, resentido social, ermitaño malinchista? Todo lo contrario. Este blog no es un promotor de turismo, los sitios que reseñamos no nos pagan por publicidad. A veces ni siquiera conocemos a los propietarios y, de hecho, nunca les avisamos que estamos incluyéndolos en nuestros escritos. Este blog es simplemente una bitácora de los sitios que hemos visitado y que pensamos que otros podrían disfrutar igual. Es decir, aun tenemos la esperanza que de mostrando la belleza de nuestros lugares, mas y más gente aprecie el valor de nuestros tesoros y los cuide.
Yo no puedo censurar a los propietarios de Cañón de Guadalupe. Sólo puedo agradecer que cuando fuimos nos recibieron con amabilidad, nos abrieron su pequeño museo para compartirlo con nosotros. Cuando les comunicamos nuestra incomodidad porque, a pesar de los letreros de "prohibido poner música", el vecino instaló su disco-móvil, atendieron nuestra queja al instante y pudimos disfrutar de los sonidos del arroyo, los pájaros, la fogata, una guitarra lejana y las reconfortantes risas de los amigos y otras familias quienes se sienten felices en la naturaleza.
Esperamos que algun día los mexicanos nos organicemos en grupos y reservemos sitios enteros para nuestras reuniones. Y tengamos fama de limpios, respetuosos y que en todas partes digan "a mí me gusta cuando esto se llena de mexicanos porque son los mejores turistas" y también me daría gusto que dejaramos buenas propinas, porque no hay dinero que pague lo que obtenemos en estos rincones tan bellos y tan escasos.
Saludos a todos. Gracias por sus visitas y sus comentarios.